miércoles, 12 de noviembre de 2008

Técnico Full Time


Nadie podrá olvidar jamás al búlgaro Hristo Pernotov, uno de los técnicos más eficaces y ensimismados en su labor que haya tenido la historia del fútbol.
Luego de permanecer concentrado con su equipo por ciento setenta y tres días, y sin haber tenido ninguna comunicación con su familia por miedo a que se filtrara alguna información, Pernotov regresó al hogar justo en el día de su cumpleaños. Mirna, su mujer, lo esperaba junto a toda la familia con una gran torta de crema decorada como una cancha y con unos lindos jugadores de mazapan.
Apenas la vió, Hristo empezó a gritar:
-¡Cómo vas a organizar un ataque de esa manera! ¡No te das cuenta que así el líbero contrario se te mete entre los centrales y te gana la posición, desarmándote la defensa! Solo a un idiota se le podría ocurrir ese tipo de tác…
Hristo no pudo terminar la frase pues la torta, en manos de Mirna, se incrustó en su cara. Luego vino la bofetada que terminó con 29 años de matrimonio.
A su segunda esposa, Hristo le prometió que por lo menos durante la luna de miel la profesión no aparecería en sus vidas. Para asegurarse de ello, la pareja se refugió en una cabaña en medio de la Patagonia, sin ninguna conexión con el fútbol. A los tres días Hristo volaba de fiebre, deliraba y terribles convulsiones, sacudían su cuerpo. Lo rescataron con un helicóptero y fue internado de urgencia. El diagnóstico de los médicos fue categórico: el técnico sufría de SAF (Síndrome de Abstinencia de Fútbol). Para su cura fue llevado a una sala especial con vista a una cancha. Su cama tenía la forma de un banco de suplentes, todo el día le pasaban los videos de la Eurocopa y a través de una mascarilla respiraba el aire de una pelota número cinco. La rehabilitación fue exitosa, pero su segundo matrimonio también se fue a pique.
Finalmente cuando Hristo dirigía al Levski Spartak de Sofía se enamoró ciegamente de Carla, una joven italiana no muy bella ni de buena figura, pero fanática del fútbol. “Sus piernas me recuerdan a las de Zinedine Zidane”, le comentaba el búlgaro a sus colegas. Lo que nadie se atrevía a decirle al técnico es que Carla se parecía peligrosamente a Ronaldinho.
Carla comenzó a ir a los entrenamientos y a todos los partidos. Finalmente, y a modo de reconocimiento, Hristo le dio el puesto de ayudante del masajista del aguatero. Al cabo de dos años Carla no solo se quedó con la dirección técnica del Levski Spartak, sino que se fue a vivir con su volante central, el kinesiólogo y dos miembros de la comisión directiva.
Esto destrozó animicamente a Hristo quien terminó en las Orcadas del Sur dirigiendo un equipo de las divisiones inferiores, se casó con un lineman peruano y hoy es muy feliz. Así dicen.
(Texto e imagen en colaboración con Carlos Leiro)

2 comentarios:

Pat dijo...

excelente historia!Me encantó.
Bienvenido al mundo blogger amigo viejo... digo, viejo amigo.
besitos

Luis Freitas dijo...

Graciaaa...

Besote, vieja amiga...