viernes, 28 de noviembre de 2008

Inversión invasión


¿De dónde vienen, el se pregunta, de dónde vienen? ¿Qué es lo que los atrae? ¿Serán los precios de oferta? ¿El ambiente familiar? ¿El aire puro? ¿La naturaleza en estado cuasi salvaje?
No sabe (y tampoco contesta). La única certeza que lo asusta es que están viniendo cada vez más. Como si se hubiera corrido la voz entre ellos. Tal vez les resulte más fácil invertir que invadir.
Es cierto que él no se puede quejar si nunca se preocupó por esas pampas. Es más, nunca se interesó por lo que pasaba más allá de la General Paz. Aunque cada tanto solían agarrarle esos ataques nacionalistas contra los inmigrantes chilenos. Entonces pedía a gritos que -en el mejor de los casos- los echaran a todos, porque nos sacaban el trabajo.
Pero estos son otra cosa. Sabe que su desembarco es inexorable y que quizá, en un futuro no muy lejano, los tenga a las puertas de su casa.
Ese día quizá le dé la razón a Don Atahualpa cuando cantaba aquello de que “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”.

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